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Emilio Pulido Medina



RETRATO

Cuando era niño vivía cerca del cine de mi pueblo. Antes de irme a la escuela jugaba en su puerta con los amigos de la infancia. Después oía la voz de mi madre y rápido acudía a su llamada. Desayunaba un gran tazón de leche, a la que mi madre hervía mezclándola con agua para que no fuera tan fuerte. Tal vez así justificaba sus pocas posibilidades económicas, pienso ahora. Hoy, cuando vuelvo a mi pueblo, miro al cine, aunque ya no esté y oigo la voz de mi madre, aunque ya no está, que me llama; y en silencio cruzo la calle de los días azules con el sol a mi espalda y reparto mi sangre a mis vecinos y, a ella, le ofrezco el olor a humedad que llevo dentro de mis ojos.
( de “Innumerable como la hierba”)

A MI AMIGA C.M, (escritora de buenos versos)

Escoges las palabras
para después transformarlas.
Entonces,
como alejada del mundo,
detienes tus ojos
en el vuelo sutil de una mariposa
y llevas todo su aroma
sobre un papel en blanco;
y ya todo se llena de color en la tarde:
el mismo reflejo de ti misma.

SIN TÍTULO

Hablemos del presente.
Evoquemos que el tiempo dejó en nuestras manos
una luna a cinco horas de distancia.
Bajemos sosegados,
por el brillo de su luz hasta las entrañas de la noche,
imaginando que aquello que se narra,
al narrarse, produce
la imagen eterna de una noche deslumbrante.
Hablemos del presente.
Miremos a esa luna
olvidando el motivo del fracaso o del éxito,
sabiendo qué decir cada mañana,
subrayando el anuncio de un día venidero
hasta encontrar el límite de lo no descifrable.
Y en esta luz,
dejemos que el presente nos abrace,
que anide su quietud
sobre el fondo infinito del pasado
y que nos traslade hacia el punto de origen
donde tu imagen surgía de la nada.
Hablemos del presente.
Hagamos de él una metáfora de ilusión,
escribiendo en cada uno de sus vértices
los versos que nos lleven
a encontrarnos en la claridad última
donde vivir es lo que cuenta.
[Hablemos del presente.
¿Cuándo? ¿Dónde? La luna. ¿Vienes? Desapareces.

DESDE LA OTRA ORILLA

Te detienes y, desde la otra orilla,
me preguntas si el mundo,
que ahora recorres, late sin herir las palabras.
Mas sabes
que cualquier camino puede llevarte
al paraíso o al infierno.
Aprovecha la vida, resuelve las incógnitas
que ahogan tus argumentos,
concédete una tregua;
después abre tus ojos
y escucha cómo el susurro del mar
te dona la conquista de un tiempo irrepetible.
Defiende cada instante que has vivido,
borra los peces tristes
que asolan tu existencia,
otorga a la vida la hermosura que sublime
surge de tus entrañas
y siente este silencio como una plenitud
que abrazara dulcemente a la vida.
 (de “Sobre la piel del mundo” XI Premio Nacional de poesía de Ciudad Real)

SOY LO QUE SON MIS PALABRAS

Soy amante de tus versos,
vagabundo carnal
que desnudo camina por la arista nocturna
de tu sombra infinita,
solitario volcán
que escribe poemas sobre el paisaje deslumbrante
de un mundo libre y puro,
melodía sutil
que sensible se adentra
por la sangre de tus venas sinuosas,
humedad de los bosques
que llena de fragancia el existir de tus días,
visible plenitud
que envuelve de perfume la grata sensación
de sentirnos la luz que cruza los océanos,
pájaro de nostalgia
que vuela inmensurable
hacia el fulgor de tus ojos oscuros,
arroyo infatigable
que sereno descansa
en el susurro callado de tu vientre encendido.
[Ven, ahora
que aprendiste lo que soy entre mis versos;
ven, dame tu mano
y descubre conmigo el aroma claro de mis palabras.
 (de “La última hora de los deseos”)


SIN TÍTULO

No tengas miedo:
borra el tic-tac de este tiempo monótono
y abraza con tus ojos
el rayo más leve de esta tarde que se va.
Haz que la noche sea
un volar de palomas en la última hora de los deseos
y contempla, después,
que, más allá de la ilusión, también existe
la senda indescifrable
donde tú seas como esas blancas palomas
que vuelan, sin descanso,
hacia un lugar donde vivir es lo que cuenta.
Y cuando esto suceda,
olvidarás sin temor
que la vida nos llama
a celebrar la belleza de esta luz que nos dona
el milagro de saber por qué existen las rosas.
 ( de "La última hora de los deseos")

MOMENTO ETERNO

Los ecos de aquel atardecer
son señales de un sendero
que corre paralelo a un río donde acude la tarde.
Línea recta,
entre matorrales inextinguibles,
una explosión de luz se manifiesta
narrando la penumbra
perceptible de la noche.
A lo lejos, como si quisiera cantar,
se adentra la luna
en las entrañas de la noche;
inmaculada concepción de una idea: lo eterno.
(de “La última hora de los deseos”)

CÓMO QUIERES QUE TE ESCRIBA UN POEMA

Cómo quieres que te escriba un poema
si el día se llevó
el fulgor ardiente de las estrellas
y tu ausencia
es un tic tac que golpea con fuerza
el sí posible de un día venidero.
Cómo quieres que te escriba un poema
si cada silencio
es una estría de un tiempo ya acabado,
si cada palabra se hace intangible
y, enfrente, a lo lejos,
el crepúsculo me invita a descubrir
una leve esperanza
misteriosamente inalcanzable.
¿Dónde estás tú?- pregunto.
Solo el vértigo anhelante del qué somos y éramos
podría responderme.

A UNA HORA QUE NO EXISTE

Sé que esta hora
que existe fuera del tiempo en el que habito
dejará de existir
cuando la luna, una noche,
salga despojada del perfume de las rosas.
Mientras tanto,
mientras silbe el viento
y el susurro de las hojas me estremezca;
mientras la lluvia caiga sobre los tejados
como gotas de ternura
y mientras esta hora, que no existe, se deslice
como un pez silencioso
por las entrañas de mi alma
arderán mis sueños sobre un paisaje sin fronteras.
En ella juego imaginando palabras,
creyendo
que más allá de esta realidad desconcertante
también existe un mundo que, aunque lejano,
destella, como una erupción de flores en primavera,
sobre la extensa quietud de todos sus silencios.

¿TE ATREVES A DESCUBRIR MI ALMA?

Te llegará mi alma
dentro de una carta certificada.
Te llegará
sin manual de instrucciones.
No te preocupes;
entender su mecanismo es fácil.
Solo deberás acariciarla
para comprender
lo que ella siente por ti.

CONTEMPLACIÓN

Al levantar mis ojos
observo que unas aves vuelan serenamente
allá donde la primavera existe.
Vuelan, una tras otra, en perfecta armonía
olvidando las huellas de un tiempo ya pasado.
Bajo la vista y observo, con nostalgia,
cómo llega imborrable
el aroma blanco de los almendros,
la claridad del aire
y el silencio oculto de tus palabras.
Aún es invierno y el sol, en su tibieza,
palpa la piel abrupta de las cumbres;
luego desciende
y llega inmensurable a los arroyos
donde el agua transcurre sosegada.
De pronto
me llegan tus palabras, aquellas que surgían
del remanso dulce de la ternura,
y difunden su aroma en la quietud del aire.
Mientras tanto las aves,
en la distancia, son puntos pequeños
que veloces emigran
allá donde la primavera existe.

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