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Malo Macaya, Luis Miguel (L.M.M.)



POR QUÉ. (ES BORRADOR, 197ypico)

Anunciaron
un hondo retroceso.
¿Qué vigilia persiguió esa manera
de ser y de dónde venía?
¿Quién la oyó?
Despreocupadamente
las hojas sucedieron a las hojas:
otoños, lunas, almas, ¿quién habita?
Es difícil decirlo. Es violento.
Pero si aquél anuncio se sostiene
¿a qué negarlo?
Cayó la voz en sombra y todo fue
precario, desoído,
albo, insoluble, neutro
al fin del infinito prometido
en el lugar devuelto a su ya nadie
escribió este poema...
este aún no hecho
poema capaz a su cifrada estancia
ya vacía...¿Insistiendo
siguen allá los ojos de la noche
cerrada, más cerrada
aún que ellos?
¿A qué mirar ahora cuando sólo
se queda así, se deja
quedar así quien fuese ya acabado
propósito de enmienda
sin estarse
nunca, jamás absuelto
de su propio callar, ya para siempre
borrado de retratos y de espejos?
Lo anunciaron así
-allá ellos-
e incumplidas promesas lo pregonan
descuidando silencios.
Por qué, por quién, por tanto
así quede. Sabedlo.

A ALBERTO MASA

Y no estaba solo, no
estaba solo, no estaba
solo, no estaba lo
bastante solo: que estaba
tomando cañas, ¡leré!
que estaba tomando cañas,
leeré, que solo tomaba cañas!
LEERÉ!!!
¡Que estaba leyendo cañas!



ALÉJATE SI PUEDES

Aléjate si puedes. Sorpréndete
en tu huída
de ti, en ti... Si puedes
aléjate en tu propia
pérdida. ¿No escuchas
qué cercanos, qué inútilmente
escritos en tus pasos
silencios van contigo?
Un laberinto a tientas
en blanco hasta un espejo decisorio
te sabe: allá te espera
el único disfraz en que te cabes
y así te ves: en nadie, en nunca,
en nada...¿Para qué
huir de quien no estabas
a quien jamás podrías ser tú mismo?
La sombra es toda tuya y sombra es todo.
Por lo demás adiós
no sé quién eres.

A LUIS MIGUEL RABANAL

Hoy hablo
con distintas palabras: son
palabras tuyas... Y he
comprendido dolores de poeta.
Así, ahora, mi voz
no acierta a pena tanta.
O tal vez no se comprometa.
Y SIN EMBARGO TENGO…
Y sin embargo tengo
la conciencia intranquila.
El corazón disperso
y la lengua políglota.
Lo demás queda para
nadie más. Una vida
sin importancia alguna...
¡Ah, Dios, ¿existirías
siquiera para dar
la razón a mi vida?!

MASA EL ENVECINADO (A Alberto Masa)

Ojo ajeno, viga propia,
vecindario inquisitivo,
se mesa los pelos Masa
y se la pela al visillo.
Masa se musa y araña
el umbral de su castillo
y se encastilla no más
abre al llegar su pestillo.
Ah, Masa de pan que tienes
poca sal gruesa y muy fino
paladar no para ti
sino para tus vecinos:
metepata de jabugo
¡qué sabroso bocadillo!
y siempre a mano la bota
peleona de bonvino;
hasta el balcón de tu casa
se te hace largo el pasillo
pues, aun siendo corto de
(perdón si te trastabillo)
luces ajenas, tú brillas,
Masa, por tu propio brillo.
Mas tú sabes más, tú sabes
Masa más por qué te escribo
estos versos avisados
de vecindonas: hay pisos
con mochuelas constipadas
de tanto mirar -¡oh, fijos
ojos sin párpados, ojos
que hasta calientan el frío!-
Más que ojos anteojos
parecen, turbios, sombríos,
siempre detrás de cristales
prismaticales de hocicos.
Y no quiero sino darte
una escoba y un botijo:
una escoba por barrer
legañas como otro piso,
y un botijo por que sepan
cómo se tira un botijo
a decir de la metáfora
que a sus morros sea preciso
tirar y saber a quiénes
dar, de lleno, en su precinto:
borradas bocas cerradas
de bocinas y vecinos.
No Masa, no más pamplinas...
( Macayo porque Malillo).

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