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Ainhoa M. Retenaga



ARDID

Ausento una privación
de existencias mudas,
de saciados vacíos
colmados de nada.
Ahuyento su gráfico apremio
resguardo de expolios,
mendacidades hurtadas
al devenir del tiempo.
Confino a la amnesia
su proceder alevoso,
futilidad heroica
transida de alcances.
Impugno y me empeño.
Me obstino y rebato.
Rehúso su practicidad obscena,
insigne mediocre
declamando adulterio.
Blasfemo su simpleza sectaria,
mentora encubierta
de imperfecta lacras.
Conjeturo y la asedio.
Reclamo y la hostigo.
No enmudezco y la sacio.

NÚCLEO

Transmutación en término
de una alquimista en ciernes.
Instigación y efecto,
y mi presencia inferida.
Expoliada por juiciosa venia,
desnuda de falacias
y cáusticos blindajes.
Mi existencia al descubierto.
Revelada por emoción consciente,
excluida de cegueras
y serviles corazas.
Mi ser desvestido.
Previa, la abolición.
Previo, el desgarro.
Condición, pervertida.
Condición, encenagada.
Mi piel profusa.
Testimoniada por redención meritoria,
ausente de descuido
y dantesca abdicación.
Mi verdad osada.
Erigida por reconstrucción férrea,
carente de clausuras
y sofista orfandad.
Mi todo hoy desvelado
y tú.

TÚ Y YO = NOSOTROS

Doliente la paz.
Aniquilada.
Desconsuelo craso.
Ultrajada.
Transgresión funesta.
Postrada.
Ruina implacable en sus manos partidas.
Desolado tormento en sus ojos huérfanos.
Su verdad violada.
Ella en peregrinaje urgente.
Ella afrentada.
Tránsito y pesadumbre.
Feroz repudio y no hay alma.
Atrocidad y ella pregunta.
Silencio y se agrieta el frío.
Atribulada la paz.
Masacrada.
Llanto descomunal.
Asolada.
Vulneración aciaga.
Ensangrentada.
Destrozo pertinaz en su piel expuesta.
Árido pesar en su tronco inerme.
Su realidad quebrada.
Ella en deambular acuciante.
Ella injuriada.
Travesía y carcoma.
Cruel destierro y un corazón acoge.
Monstruosidad y ella responde.
Verbo y la esperanza renace.

AD HOC

Proclamo en necia trampa
hoy que la vida,
como trémula inmutable,
me atisba.
Desolación electa
que me escinde en dos.
Mitad vértice.
Mitad partícula.
Hoy, y al fin,
seccionada.
Diluida en el todo y la nada
de cuanto soy,
desleída en la existencia
de este cuerpo sin cesura.
Sublimada en vestigios
que no claudicarán.
Embebida cual metáfora incesante.
Desollada y aforismo.
Descarnada.
La fracción definitiva
en mi despótica certeza.

CARNAVAL

Tilde sosegada,
eximente en su esfera rota.
Pronóstico y premisa
acechando mi vesánica cordura.
Yo circense de una cuerda embustera.
Yo farsante de su arribista acrobacia.
Ella agnóstica de mi fe.
Ella piadosa de mi unción descreída.
Ambas consortes de un fraude explícito.
Ambas secuaces de una confesa evidencia.
Tribulación paliada,
atenuante en su radial órbita.
Predicción y antecedente
aclamando mi excentricidad sensata.
Yo juiciosa de un vaivén constante.
Yo demente de su mudable firmeza.
Ella devota de mi ateísmo.
Ella incrédula de mi fervor impío.
Ambas hostiles de una veracidad manifiesta.
Ambas acólitas de un indudable artificio.
Ella talud.
Yo pendiente.

ESA DAMA

Extinguida en el decoro de la ambigüedad:
astillada.
Profanada en la estirpe de este silencio ignoto:
devastada.
Brindo a la vida una cometa de besos mudos
colmados de dichas nuevas;
besos sordos al ruido,
plegados al sempiterno antojo
de una hacedera utopía.
Me pliego liberada a esta casual elocuencia,
me someto libre a lo inexorable:
me desnudo expuesta.
Reafirmada en su vehemencia,
acólita de su erupción perpetua.
Soy reverencia ante la dama omnipotente,
singular en su plural rostro,
dispar en sus interminables piernas.
Esta dama ubicua a la que inevitable me abro,
concedida en alma,
conmovida en cuerpo.
Esta dama de universal pupila,
que me abarca tan recatada como impúdica
mientras claudico gozosa,
y salto a su redentora brecha.
A ella me conjuro leal y devota,
por la extremidad que imparable me crece.

BAJO ESCOMBROS...YO

Rastreo las huellas cauterizadas
de mis estigmas;
tras tabiques asediados,
se encuentra la redención ansiada.
Es sólo un intervalo preso
el que expulsada me disocia.
Sólo un hueco en pausa
el que me descose rajada.
Sólo un temblor.
Escarbo la tierra diluida
de mis huesos;
bajo la vereda,
converge la absolución que no respiro.
A un paso y la vida me ciega.
A un paso y el tiempo se burla.
Inquiero mi nostalgia exacta
exclamando su poder tan cierto.
Soy ya locura,
lúcida imprudencia.

ESTÉRIL

Antiguas murallas
se ciernen sobre estos bosques
quebrados de matices.
Resueltos a su abandono inerme,
saqueados por la inercia de tu ombligo.
Se deslizan turbando los secretos ya olvidados;
y transitan domésticos a esta tierra inculta,
y yerma de mentiras.
A esta tierra hoy pavimento sin lengua.
Hoy mundo caduco,
que amordaza mi vientre.

CAVIDAD

Encuadrada en la sima
de un disparo certero.
Soy animal sin cobijo,
desdicha de pies dilatados.
Divulgo azorada mi propio requiebro,
y me propago difusa
como sonata de invierno.
Soy la sílice recorriendo
tus atemporales pulmones;
el azufre en tu boca
resuelta en pecado.
Pregono confusa mi infante tropiezo,
Y pervertida derramo
mi arbitraria anarquía.
Soy trivialidad relevante,
indolencia en desvelo.
Transito latente en mi realidad tan cierta,
y plañidera me rasgo
sin cicatriz que me habite.
Enmarcada en las grietas
de mi propia existencia.

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